Berlanga era capaz de hacer vestir a todo un pueblo de faralaes para recibir a los americanos, que nunca pasaron. También, de buscar con altavoces al verdugo que no quería matar para ejecutar al reo de muerte.
Berlanga era capaz de poner el dedo en la llaga purulenta del franquismo, y hacer reír a la vez.
Que viva muchos años en nuestra retina.