viernes, 20 de febrero de 2009

Sobre D.Quijote, en los tiempos que corren.


D.Quijote, al llegar a la ciudad de Barcelona, se maravilló de la cantidad de gente, burgueses y burguesas, que venían a saludarlo. Pensaba, no exento de razón, que todos lo conocían : la novela (de más de mil páginas) estaba próxima a finalizar. No sabía que, en realidad, todos lo identificaban porque su buen amigo Antonio Moreno le había colgado en la espalda un cartel que anunciaba a bombo y platillo que aquel señor delgado y anacrónico era nada menos que D. Quijote de la Mancha, el famoso caballero. Ahora esa situación nos produce, cuando menos, cierta tristeza: la ingenuidad del pobre anciano, la picardía - no era perversidad - del amigo de la ciudad… Entonces, aquello provocaba la hilaridad de los lectores, quienes, desconocedores aún de los ingenios y novedades - esas con las que se sorprendería la ciudad de Macondo en ver el hielo- que la civilización estaba a punto de traerles, pensaban que era una más de las bromas y disparates en que tan ingenioso caballero se encontraría. No somos capaces aún de enfrentarnos a los cambios, como la pobre Carlota de Torres, que murió de puro dolor en el gran comedor, lleno de recuerdos, de la casa que sus despiadados descendientes le estaban arrebatando. En los tiempos que vivimos, desgraciadamente, aún somos objeto de engaños y estafas y, como la pasaba al pobre D.Quijote, la relación es directamente proporcional al grado de bondad, o ingenuidad con que nos enfrentamos a la vida. Menos mal que podemos consolarnos de la inmensa crueldad de los tiempos que nos ha tocado vivir con lo único que parece imperecedero: el arte. Sobre las diferentes visiones que el arte ha tenido de nuestro heroico y triste personaje, tenéis a continuación las imágenes de la presentación que incorporo a este artículo, en el mismo blog.

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